Nacimos con coordenadas
Nacimos de dos úteros distintos
procedentes de un mismo vientre,
siempre fuiste tan distinta
y tan igual a mí.
Somos las siluetas que la luna
deja en el mar de Laxe
varadas en la esquina
de su muelle.
Somos las palabras
que nos decimos.
Hablamos de la vida
porque la vida nos habla.
Somos penedos,
dos rocas moldeadas
por el Atlántico.
Juntas somos las alas
de un pájaro que sobrevuela
un océano de dudas,
dos ramas que provienen
de una misma raíz.
Y ahora crece virtuosa
una nueva rama en tu vientre.
Aguardaremos el otoño y el invierno
y llegará la primavera con su flor.
Tierra, fuego, agua y aire,
la savia y las hojas os acunarán,
seremos dos lunas nuevas
en los ojos de una nueva persona.
Le contarás leyendas y recuerdos,
le mostrarás nuestras coordenadas
y como un árbol
- que no se pregunta dónde está -
comprenderá el lugar al que pertenece.
Autor: Laura Mena Penedo - La golondrina literaria
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Instantes vacios
Entre tus silencios y los míos, tus momentos de ausencia, esas instantáneas fotográficas que nos provocan soltar y dar voz para que regresen los recuerdos olvidados.
Ese ejercicio de ida y vuelta entre el “ello” y el “yo “Freudiano, ese espacio del inconsciente lleno de sueños, a través de los cuales, juntas tomadas de la mano, nos adentramos al palmar de letras y frases, escritas por ti, hace ya, algunos ayeres.
Ese vacío donde habita el pensamiento, decides tomarlo y hacerlo tuyo, para luego soltar, para fraseando que parte de ese equipaje pesa, prefieres viajar ligera a tu aire, ese que cada día te cuesta más amarrarlo.
Ese instante donde no estás aquí, piensas y escribes, escribes y piensas, sobre el arte de vivir, pese al desgaste de tus huesos continúas practicando ese hábito muy tuyo, bautizado por los griegos como la frónesis, alcanzando así, la vida eterna, esa que yo le llamo felicidad.
Tus años pesan ya, y a pesar de ello, hoy celebro que sigas, compartiéndome tu aire, tu espacio, tus ganas, y, sobre todo, ese tiempo donde juntas seguimos de la mano soltando, parte de ese equipaje que decidimos cargar.
Autor: Gabriela Ruiz
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Espiral de viento
Y acompañada de mi presencia melancólica,
pienso:
¿Qué de bueno tienen las tierras infértiles
de mis sentimientos hacia tu persona?
He acabado con los vestigios;
te declamé un último poema.
Un latido final a tu memoria
ha sido la transición esperada
a un nuevo ciclo.
El mar y sus amaneceres,
que fueron tus abrazos,
está en el limbo eterno de mi olvido.
Se hizo piedra.
No palpita.
Amor oscuro, he acabado,
con la espiral de viento que nos unía.
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Ilustraciones Diana Nieto
Maravillosos poemas