Dormitó mi atril en el recuerdo

Y MI PECHO DORMITÓ...

Retomé placeres lejanos, dispuse de unos cuantos,

fue así: 

corté la madera, encendí el incandescente umbral

y, finalmente, en honor a la ocasión,

mi pecho brindó cobijo al vasto y salvaje palpitar. 

Y la cera blindaba mi coraza,

y la vastedad de la humareda retocaba incluso 

el más frívolo de los alientos. 

Cantaban las nubes meciendo al ineludible candelabro,

ahí, a manos del oscuro telar que arropa al silencio; 

y yo ahí, y nadie ahí,

y todo ahí,

¿y qué tanto sería «nada» para ti? 

¿A qué llamarías hogar si la corteza ha de ser desprendida

ante el mínimo suspiro de nostalgia?

Ahí hubo de renacer la incertidumbre,

ahí donde anida el intermitente lucero,

el mismo que será captor de ilusiones

y asesino del orgullo.

Y culminó,

pereció la voraz estrella,

y culminó, 

pereció la última lágrima del volcán. 

Pereció, y mi pecho dormitó sin cuestionar 

la pronta cicatriz… 

Autor: Derek Agassini

ATRIL

con medio cuerpo hacia fuera

yo de pie sobre la acera

dándole conversación…

Juan de Dios Peza

Dónde está el gran galeoto,

aquel que unió a Ginebra y Lancelot,

a Francesca y Paolo,

a Ezequiel y Margot.

Dónde está Juan de Dios,

acaso atrapado en el silencio

de los cantos del hogar

en aquel solitario atril

o en los recuerdos disipados

de aquella triste tarde de abril.

Autor: Gabriela Ruiz

PARA LA VOZ QUE EN EL RECUERDO

Para la voz que en el recuerdo

me descarriló los pasos, 

para el sueño desganado concebido

de la apuesta sin abono ni esperanza. 

Para la decisión incapaz de pelear

con el demonio en la inconciencia

y con la razón en la conciencia.

Para el futuro que llegó como presente

estático, nublado y taciturno,

dejando sin estrellas al navío,

condenado al azar del viento

donde se confunde en la tormenta,

entonando otra nota al repertorio

de mis malas decisiones,

y aun peores compañías.

Autor: Carlos Durán

Ilustraciones Diana Nieto