Por CARLOS MANUEL DURÁN HERNÁNADEZ
Escritor de Palabra que dormía
Estela Guerra Garnica cuenta con una amplia visión sobre la literatura mexicana, a la que por supuesto ha contribuido, enriqueciéndola con sus poemarios, libros de crónicas y cuentos. Uno de ellos es Días de luna y polvo (Instituto Mexiquense de Cultura, 2010), que forma parte del catálogo de la Enciclopedia de la literatura en México. En entrevista, Estela nos cuenta sobre sus primeros pasos en la poesía, los autores que han influido en su obra y nos habla sobre su proceso creativo.
Estela, ¿cómo empezaste a escribir poesía?
Empecé a escribir en la adolescencia. Tenía un diario, me era necesario expresarme, pero no quería que quien lo encontrara entendiera mis asuntos privados. Usaba metáforas e imágenes antes de saber que eso era un camino hacia la poesía. Dar a conocer mis textos ha sido otro proceso que ha llevado mucho más tiempo y compromiso.
Con ocho poemarios publicados, estoy seguro de que a nuestros lectores les gustaría conocer acerca de tus influencias y sobre los autores que han contribuido a tu camino poético.
Definitivamente, Gustavo Adolfo Bécquer, Sor Juan Inés de la Cruz, Herman Hesse, Virginia Wolf, Pizarnik, Neruda, y más cerca de nuestro tiempo, Efraín Huerta, Concha Urquiza, Enriqueta Ochoa, Dolores Castro, y muchos escritores más de México y de habla hispana del mundo.
Veo que tus influencias abarcan una amplia gama de periodos y estilos poéticos, lo cual seguramente ha quedado permeado en tu propia voz poética. Háblanos un poco de cómo llega la poesía.
Normalmente, los poemas solo llegan. Son imágenes que aparecen a cualquier hora en cualquier lugar. Es como si estuvieran en el espacio y yo los atrapo de modo inconsciente. Pero a veces, me ronda una idea en la cabeza que acaba siendo algo incómoda, necesito “empalabrarla” porque si no lo logro, me siento intranquila. Luego viene el proceso de corrección que puede llevar mucho tiempo, aunque a veces los poemas salen casi listos a la primera. Hay temas del mundo que me interesan mucho, de lo cual leo e investigo: como el orden (o desorden) social, la naturaleza y los sentimientos humanos. Suelo escribir de ello.
Estela, muchas gracias por compartir estas palabras con nosotros, serán muy valiosas para nuestros lectores y para todos los que andamos por la vereda de la poesía.
Amarte con sosiego
Quiero amarte con sosiego,
quietamente,
que apenas sientas en tu pecho
el latido de mi pecho.
Déjame ser estrella en la penumbra,
taciturna voz que no te altere.
Te ofrezco mi regazo, tómame si quieres
en el medio cielo que nos cubre.
Un sol nos nace en el oriente.
Sinfonía de aurora.
Ha de ser el amor que nos reinventa.
Déjame entrar con sigilo
al vergel que brota de tu vientre,
ser colibrí, libélula o paloma,
volar en ti
sin romper el aire que respiras.
Flores de agua (Fragmentos)
4
Hay palabras transparentes,
poemas borrados del pergamino,
semillas de mostaza perdidas en el lodo.
Palabras líquidas que no son lágrimas,
duras como arco iris bruñido por el viento
sin mar, sin canto.
Así es mi pecho de agitadas olas
sin playas ni arrecifes para romper la espuma.
Cual marino invidente navego océanos
sobre cúmulos de preñadas ostras
mientras merodean hambrientos tiburones…
5
Nada frena la fuerza del aire
ni al ras de la pradera
ni arrastrando cirrus en el alto cielo.
Nada detiene el intenso ardor
de la brasa que brilla en el oriente.
El agua con furia rompe las selvas
y en constante goteo perfora rocas.
También la guerra hiere continentes
y ciudades se ahogan en su propio fuego.
En estos amargos días
algo en nosotros se hace árbol,
o petrificado cactus del que estallan espinas.
Días de luna y polvo
Hay días de luna y polvo. El aire inmóvil
y flores como ojos abiertos al cielo
dentro de un océano de palabras
rugiendo como olas.
Hay belleza en el laberinto del mundo.
(La poesía es una flor que se desgarra).
Pero la gran ciudad empuña sus armas.
Disfruta perforar el día con inútiles rutinas,
pérdida de tiempo para el alma;
turbia neblina que me lleva a los abismos.
Y caigo, los gritos se extravían en mi boca…
Luna y polvo en la ciudad de exilios llena.

Estela Guerra Garnica (1957, Temascalcingo, Estado de México), radicada en CDMX y Temascalcingo. Profesora de Educación Tecnológica (Enamacti), Socióloga por la UNAM. Diplomada en Administración y Empresa Pública por el CIDE. Se ha desempeñado como docente en educación básica e investigadora en Ciencias Sociales. Ha publicado Estudios de Caso en Administración Pública, ensayo, poesía, cuento y crónica. Cuenta con ocho poemarios publicados, cuatro libros de crónica y dos de cuentos y relatos. Ha participado en múltiples publicaciones colectivas impresas en México y otros países, así como publicaciones digitales. Ha compilado tres libros de poesía. Sus publicaciones más recientes son: Entre vuelos, colores y tormenta. Poemas para leer en viernes. (Endeleble, 2017), Rostros de Azcapotzalco, Crónicas. (Indeleble. 2019) Felipe Ángeles, crónica de seis generaciones (Publicado por la LXIV Legislatura del Congreso del Estado de Hidalgo, 2019), Condujo el programa Poesía, voz del espíritu en la plataforma digital de la DGEST y actualmente sube contenido literario a YouTube desde su canal.
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