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La poesía de Queta Soto para las tardes de otoño


Por DIANA FORTE

Escritora de Palabra que dormía


«Quienes ya me leen me dicen que les encanta lo que escribo. Quienes todavía no me leen es porque no me conocen» declara Queta Soto para Palabra que dormía en una pequeña semblanza y así nos abre la puerta a su mundo poético.

Con versos claros y lenguaje honesto, parecido al del fiel teatro que la autora ha enseñado casi durante toda su vida, nos abre las puertas a un corazón amable, a una poesía cargada de reflexiva metáfora y nos envuelve en un halo otoñal que pretende reivindicar la presencia, a pesar de la necesidad de, a veces, volver la vista atrás para saber de dónde uno viene y a donde uno va.


Lo primero que encontramos en esta trilogía de poemas («Evocación», «Reclamo», «Amor Azul»), en los que la autora ya nos da pistas a través de los títulos, es un encuentro con las emociones universales que atañen y preocupan al ser humano desde sus primeros albores: el amor, la nostalgia, el deseo, la energía vital… Todos ellos se desarrollan a lo largo de una sencillez que deja claro un estilo de escritura desenvuelto pero preciso, como podemos apreciar en el poema «Evocación»:


A ti quisiera escribirte

y así te escribo

sin que la nieve

que cubre los silencios

me delate.


Al ahondar en este poema, Queta ya nos muestra de frente una sensación que todos hemos experimentado alguna vez:  la de no poder borrar de nuestra mente al ser amado: «Pues no existe en mí / un solo pensamiento / en que pensando te obvie». Entendemos pues, con claridad rotunda, la sensación de pensamiento circular que, incontrolado, provoca la persona amada. No podemos escapar al deseo, ni verbalizarlo. «Y no es difícil ni fácil sucumbir a mis deseos / pues cuanto ansío desemboca / en el misterio / de lo que calla mi boca».


La escritora, con palabras de ritmo consonántico y directo, crea la emoción de incapacidad con la que pretende que el lector pueda empatizar con ella para, así, por fin, comunicar como se siente. Las referencias dispares hacia la actividad reflexiva y el pensamiento de Queta Soto, nos embeben también de emociones silenciosas y anhelos aullados constantes: «Mas es tu sonrisa / la que ahora / se dibuja en mi mente / permanentemente».


Sin embargo, no es únicamente el pensamiento hacia el ser amado lo que ocupa los poemas de Soto; los recuerdos también parecen habitar sus versos como antiguos compañeros de colegio. En «Reclamo» su invocación del pasado, desean conectar con el lector y lo llaman a aparecer en el propio poema, a echar la vista atrás y dedicar unos instantes a todo lo ya vivido. Lo que aún se nos aparece como un visitante nocturno en mitad de la memoria. «Reclamo mi parte de aire, / mis sueños, mi bienestar, /las tardes con mi mamá / y el abrazo de mi padre».


La nostalgia y el lugar que ocupa nuestro «yo» en el mundo, están contados por la escritora desde una posición sincera de existir en la palabra, de habitar en ella con honestidad y sin subterfugios. 


Reclamo tan solo lo mío,

un lugar en el vacío,

ese pupitre en la escuela,

mi lugar en la familia,

mi eterno turno de espera.


La rebeldía y pasión diletantes de la autora, nos acompañan a lo largo de los poemas y nos trasladan a una energía rebelde que, pese al paso del tiempo, no se han perdido. Un ejemplo claro puede verse en otro fragmento de «Reclamo»: «Reclamo tan solo mi parte / y lo que viene conmigo / y lo que ya existe en mí». La forma que tiene la autora de pasear sobre sus versos nos conduce a empatizar casi al momento con esa necesidad de reivindicarse, incluso de hallarse a ella misma.


Sentir afinidad y cierto alivio al leer a la escritora gallega no es difícil. En su último poema, «Amor azul», la palabra nos convoca a la presencia y al descanso, a la imagen del mar y la playa como telón de fondo: «Amor azul, amor en calma, /amor con sabor a sol y a mar».


Lo que llama la atención también es el vocabulario que Queta Soto emplea, con comparaciones que aluden al medio natural: «silencio de nieve, nenúfar de azul intenso, posado sobre mi piel o sabor a sol y a mar». Es una estética limpia, que parece encajar con la construcción de los lugares mentales que evoca.


Esta vez con un ritmo casi anafórico y referencias al color azul, la poeta evoca lo que parece su paraíso perdido y al que quiere volver, mas no sin hacernos ver que el ahora se desliza sobre la superficie y se convierte en lo necesario. El presente le traerá la paz a la que aspira, el hogar que anhela. Es en ese «amor azul, en la llama sagrada», el lugar sagrado que también menciona o «fuego como corazón de la morada», donde Queta Soto deja claro lo significativo que es para ella habitar el momento presente y existir en la construcción de lo que llamamos hogar. Ese es el mensaje que extraemos los lectores de su poesía: vivir momentos de calidad con nuestros seres queridos de forma consciente sin dar demasiada importancia a lo material.



 

Evocación


A ti quisiera escribirte

y así te escribo

sin que la nieve

que cubre los silencios

me delate.

Pues no existe en mí

un solo pensamiento

en que pensando te obvie.

Yo no puedo obviarte.

Y no es difícil ni fácil

sucumbir a mis deseos

pues cuanto ansío desemboca

en el misterio

de lo que calla mi boca.

Mas es tu sonrisa

la que ahora

se dibuja en mi mente

permanentemente

y en la aurora, tu imagen

que a esa hora

está presente en mi alma

 desplegando su vuelo

 como ave soñadora.



Reclamo


Reclamo para mí

lo que ya me pertenece.

Reclamo tan solo lo mío,

un lugar en el vacío,

ese pupitre en la escuela,

mi lugar en la familia,

mi eterno turno de espera.

Reclamo aquello que amo,

aquello que vive perenne

 como recuerdo en mi mente.

Reclamo lo que me toca,

aquello que me hace vibrar

y no se puede tasar

pero que me vuelve loca.

Reclamo mi parte de aire,

 mis sueños, mi bienestar,

las tardes con mi mamá

y el abrazo de mi padre.

Reclamo tan solo mi parte

y lo que viene conmigo

y lo que ya existe en mí

pero que nunca he podido

ni he sabido transmitir.


Amor azul


Amor azul, amor en calma,

amor con sabor a sol y a mar.

Amor azul, llama sagrada,

la casa a la que ansío regresar.


Nenúfar de azul intenso

posado en el remanso de mi piel

abierta a respirar a este lado

de la orilla a la que regresaré.

Regresaré a ese lugar sagrado

donde el pasado ya no tiene su lugar.

Regresaré a este lugar presente

donde actuar consciente

su regalo me traerá.

Y tendré en mi casa tanto fuego,

tanto amor y calor en el hogar

que cuando, al fin, a ella yo regrese

y en ella yo me encuentre,

no quiera nada más.



 
Bosque otoñal


Queta Soto nació en el año 1959. Desde que tiene uso de razón recuerda haber practicado la lectura y la escritura, sus dos grandes pasiones. Sus últimos treinta años los ha dedicado a la docencia teatral, a la escritura, traducción y adaptación de textos para teatro, así como a la composición de poemas en castellano y gallego, su lengua materna. Hace unos meses, le detectaron una condición en el corazón y, debido a ello, ha sentido la necesidad de compartir públicamente sus poemas. Sus influencias literarias provienen de distintas áreas del arte, pero se declara ferviente admiradora de la poeta Gloria Fuertes, de la que admira su candidez y claridad. Admite que escribe a través de su propia inspiración y, solo al finalizar lo escrito, le confiere un «toque personal». Acaba de publicar con nosotros tres de sus poemas que esperamos, como ella, se conviertan en un motor de cambio. 

 

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