Entrevista realizada por Diana Forte
Responsable de comunicación de Palabra que dormía
Ricardo Daniel Suárez, mexicano enamorado de las historias de terror y la poesía, nos ofrece en estos dos poemas para Palabra que dormía, una lírica del suspenso y el misterio.
Los versos de este autor dialogan con temas recurrentes y universales, como son la muerte y la necesidad de buscar asilo en el consuelo de la escritura. Asimismo, consigue transformar de manera profunda nuestra visión de estos motivos ecuménicos, resignificándolos y encumbrando el diálogo poético hacia una reflexión interna que conecta a los clásicos con los lectores contemporáneos.
Este mes de marzo, contamos con la oportunidad de poder acercarnos más a su poesía y de conocer, entre otras cosas, de dónde saca la inspiración nuestro poeta, oriundo de Coatepec.
Bienvenido. Aparte de los autores de Palabra que dormía, es un placer para mí poder entrevistarte hoy. Para comenzar, y que nuestros lectores te conozca un poco más, dinos: ¿qué te inspira a crear?
Me ha inspirado cada vivencia obtenida en mis 25 años. Solía ser alguien introvertido, con dificultad para socializar; ello me empujó a escribir mis pensamientos, reflexiones y dudas. Independizarme, extrañar a mi familia, trabajar y vivir en pareja me dieron la confianza necesaria para acercarme a otros y hacer amigos de diferentes edades, lugares, gremios y formas de pensar. Gracias a eso, obtuve otras perspectivas sobre la vida. Percibí las desigualdades, las quejas y los problemas comunes. Por esta razón, mi poesía no solo se enuncia desde lo íntimo, sino que hay un pensar colectivo que intenta poner en escrito los descontentos y miedos de todo un conjunto de personas. Escribo desde un yo, pero uno capaz de ser empático con los lectores, cuya voz puede ser compartida con la mía a través del poema. En «Sangre» hay algo de ello: es una voz íntima, pero prestada para reflexionar sobre una realidad del colectivo LGBTTTIQ+.
Se percibe que tu exposición al mundo de ti mismo también te ha inspirado a reinventar dentro de la poesía temas que son ampliamente conocidos. Es solidario, político y necesario que la poesía, desde una perspectiva individual, quiera dar voz a otros, y tú lo consigues con creces. A propósito de esto, ¿cómo te describirías como escritor?
Creo que es difícil categorizar o describir todo lo que he escrito hasta ahora. Me he dedicado a escribir poemas y cuentos, pero ninguno había visto la luz hasta ahora. Puedo decir que soy un escritor en proceso y que lo seré siempre. Si me veo obligado a describir mi escritura, diría que es reflexiva; me gusta dudar, divagar, sobrepensar, lanzar preguntas y no saber qué respuesta obtendré, como en «A mi futuro cuerpo (o lo que de él haya quedado)».
Poeta en proceso es una forma muy inteligente de saber que uno está en constante evolución. En ese crecimiento como escritor, ¿cuáles son tus mayores referencias poético-literarias?
Mi hábito por la lectura comenzó desde niño y fue en la infancia donde conocí a dos autores que me marcaron. En aquellos años, la emoción por ellos aumentó cuando descubrí que habían nacido un 19 de enero al igual que yo. El primer referente es María Enriqueta, poeta, cuentista, novelista, pianista y traductora coatepecana, cuya obra conocí en la primaria donde estudié y que llevaba su nombre. Saber que una mujer de mi región había logrado tanto dentro y fuera del país con su escritura me inspiró a quererlo también. El segundo es Edgar Allan Poe, a quien pude leer por estar presente en la mayoría de las antologías accesibles de aquellos años. Recuerdo haber sentido curiosidad e interés por los ambientes oscuros y los sentimientos de miedo y horror, mezclados con un toque estético a través de las palabras. Ellos dos, ambos del siglo XIX, hicieron que poco a poco fuera aumentando mi interés por otros autores. Actualmente tengo más en mi lista: Griselda Álvarez, Manuel Acuña, Bernardo Couto Castillo, Rosario Castellanos y muchos más. Cada uno ha aportado algo a la esencia de mi escritura.
Nos encanta que una paisana y referente como María Enriqueta te haya motivado a seguir escribiendo, así como los otros grandes autores de la poesía y la literatura que nos has mencionado. Esperamos que, al igual que esas voces y relatos fueron un refugio y un impulso para ti, tus magníficos y originales versos también ayuden a otros poetas y autores a dar a conocer su voz. Gracias por la tuya y desde Palabra que dormía te deseamos todo el éxito del mundo.
Sangre
Dos líneas limitaron mi destino,
no mi nacimiento y futura muerte;
gota a gota se desangró mi suerte
al ver intoxicado este recipiente
que por cuerpo he llevado hasta hoy.
Veinticuatro vueltas he dado
y parece doble el recorrido.
He sudado más de lo esperado
y parece mucho lo vivido,
mas la sangre que llevo es nueva
y ha de servir a mi arte.
Enfrenté a la muerte, amiga mía:
«Convierte la pluma en daga
y dame el mejor final de todos.
Haz de esta nueva sangre la tinta
que redacte, pinte mi futuro y el de todos».
Enfurecida dijo: «Vive, plasma, escribe;
de la tinta, resurge y revive.
Tu esencia deja en estos versos,
en palabras, verbos y nexos,
conecta tu voz al mundo, convive».
Mas mi tallo está marchito
y pide flores la estación.
El sol quema directo
pero no arde el corazón.
Observo mis pétalos con rabia
porque me es inevitable no sufrir,
aunque el otoño está a la vuelta
el invierno no se puede resistir
y manda fríos vientos
que congelan mis venas;
ríos de rojo vivo.
Vivo cual mariposa entre la nieve,
cual capullo vivo en tallo muerto,
cual pétalo que en agua hierve.
Esta vida insuficiente y humana
es vil, inerte y hermana
de aquellas almas que bajo tierra
gritan y claman por subir conmigo.
Esta vida insuficiente y humana
es voraz, incandescente y hiere.
Mi cuerpo son estos seres
que me devoran por completo.
Solo sé que vivo inquieto y horrorizado
porque moriré sin saber cuándo,
pero con la certeza de no ser
el indicado para abonar la tierra
que me trajo a este errático mundo.
A mi futuro cuerpo (o lo que de él haya quedado)
Hoy miras: un día ya no verás…
Edipo Rey
I. Henos aquí.
Y ahora que te sé aquí muerto
se me antoja besarte fuerte,
sentir tus huesos, tu piel inerte,
probar tus labios, probar tu muerte.
Esta ansia por tenerte y verte,
porque te tuve, fuiste mío.
Mas sequé tus bosques y tu río,
alejé al calor, di paso al frío.
Ahora volver a ti es lío
porque mi alma se ha separado
eterna y vilmente de tu lado.
Soledad y Muerte, a mí han ganado.
II. Sollozos.
¿Acaso respiro agitado?
¿Podrá ser este el último acto?
¿Dónde está el gusto? ¿Dónde está el tacto?
Pienso, ¿no es cierto? ¿Existo? ¿Estoy intacto?
Cuestiono si prosigue un pacto
con seres de gran magnitud.
¿De qué servirá la juventud
si todo se desecha? ¡Ah, inquietud!
Y aunque te guardo gratitud
te lloro con dolor y miedo.
Sin ti ando ajeno, en limbo y no puedo
abrazar mi muerte, fin del ruedo.
III. Adiós.
Cuerpo, a la tierra yo te cedo.
Serás de ella y de nadie más.
Porque hoy veo, tú ya no verás.
Porque a quien hoy amo tú no amarás.
Mis lágrimas perdonarás
por regarte tu hogar, tu suelo.
Es difícil combatir el duelo
cuando de ti recibí consuelo.
Sin ti seré un cuervo sin vuelo,
perfume carente de flor,
puño de palabras sin autor,
un poema herido sin lector.

Foto: Irene Rus
Semblanza
Ricardo Daniel Suárez García. Nació en Coatepec, Veracruz, un pueblo perteneciente al estado de Veracruz. Con raíces mexicanas, se embarcó en la investigación y lectura de poetas de su nación. Encontró el tema de la muerte como un elemento presente en gran parte de la literatura mexicana. Gracias a ello obtuvo su título como Licenciado en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Veracruzana. Con un Diplomado en Literatura Mexicana por la UNAM, con sede en San Miguel de Allende, se abasteció de elementos que ayudaron en su proceso creativo. En su poesía, la intimidad se mezcla de nociones reflexivas y emocionales. «Sangre» y «A mi futuro cuerpo» son poemas que parten de su ubicación en el mundo como alguien vulnerable.