Por DIANA FORTE
Responsable del área de comunicación
Palabra que dormía
Bajo el cielo misterioso e impredecible de una ciudad francesa, me encuentro directamente con los poemas de Carlos Durán, ingeniero químico y escritor empedernido, y no puedo evitar sentir que su poesía irrumpe en mi rutina como un ciclón de arte existencial que me obliga a dejar todo lo apremiante del día y tornar la vista hacia la vida, hacia la palabra del poeta, donde cuestionar y sentir.
Y es que la voz poética de Durán, una mezcla entre la influencia de la filosofía clásica y la crudeza casi distópica de un mundo frenético, nos sacude a lo largo de todos sus poemas: Crestas y valles, Llamada al vacío, Tu mirada sobre las hormigas, Desdichados también los astros... Nos cautiva con una mirada nueva hacia un espacio exterior salpicado de realismo:
Desdichado el hombre
con su breve masa,
que sin energía inherente
funde los sueños
mientras vive
la improbable
e inexplicable vida.
Nos llama a atender, con su sutileza técnica, a su buen uso de la imagen en los versos, para apresa así al lector entre los ruidos de la monstruosa ciudad, el amor y la estética.
¿Recuerdas el ruidero de las aves
moviéndose sobre todo ese verde
que intuimos como distinto?
¿Recuerdas que por instantes
fue como el camino de tus abuelos?
Te vi sonreír entre las olas del mar de bahía ballena.
La poesía de Carlos es también la poesía del viaje: ese viaje metafísico y vital que nuestro autor recrea como un laberinto inagotable de preguntas. Preguntas de futuro, preguntas sin respuesta, preguntas en mitad de la confusión aparecen en los versos sedientos de respuestas universales de Carlos.
Nunca he entendido el miedo a las alturas;
yo le temo al llamado del vacío,
no se entienda que busco la muerte,
solo mi pecho es menos denso que el aire.
Junto a estos temas principales, encontramos, no obstante, un espacio constante para la belleza que en la obra de nuestro autor radica en la persecución exacta, a través de la poesía, de describir el momento: Te imagino como me lo contaste esa noche, /con tu mirada sobre las hormigas […] / mientras tu pensabas en su devenir natural / para extrapolarlo al tuyo.
Asomarse al escritor mejicano es asomarse a ese placer casi cinematográfico de poder ver la vida a través de una pequeña rendija apresando los momentos trascendentes que nos llevarán a encontrar pequeños destellos de verdad durante la travesía.
Existir y descubrirse en la observación del trayecto, en la emoción que puede ser también desoladora, es lo que el tipo de poesía versolibrista del poeta consigue provocar.
Era un viaje comprometido
entre las crestas y valles
que cambiantes con el viento,
describían las perspectivas asequibles
de tu mirada de reojo
y mis grandes expectativas.
Donde tu pelo recordaba
el labrado en los cascos de los caracoles
en su trama de sol a sol.
Desdichado el hombre
con su breve masa
que, sin energía inherente,
funde los sueños
mientras vive
la improbable
e inexplicable vida.
Otras referencias más sutiles, pero que tampoco nos pasan desapercibidas, son aquellas que resaltan el imaginario Latinoamericano. Se encuentran tanto en los versos: Otra noche, / vi tu mirada sobre el golfo de Nicoya, / absorta, / distante, / ¿será que pensabas en la inescapable ruta / a la cual estaba confinado nuestro ferri?, como en los títulos de los poemas; por ejemplo, en el poema «Nahual».
Paralelamente, cabe destacar un dúo de poemas cuyos versos generan otro tipo de cosmogonía: «Pensamiento intrusivo» y «Con tanta noche soy presa fácil».
En ellos, si algo resulta fascinante, es precisamente esa descripción, de nuevo cinematográfica y dura, de introducir elementos de la ciudad o en la ciudad misma: Acerqué el encendedor con flama a la pistola dispensadora. […] El caudal de combustible ardiendo, / fue a dar al suelo manchado / de aquella descuidada gasolinera para aproximar al que lee un retrato fidedigno de como la urbe le afecta.
Como se puede leer en estos versos, la ciudad primero lo aturde, con su personalidad implacable, para después transformarlo en presa.
Yo, como presa, cuando intenté huir
ya estaba rodeado y tenía sobre mis pies
la mandíbula comburente que me engullía.
Este vocablo escogido para referirse a sí mismo, también presente en el poema «Con tanta noche dentro soy presa fácil», recoge la metáfora del aturdimiento al que se siente sometido.
Debido a su entorno y al amor, que compara con los elementos intoxicantes de los espacios humanos: ¿Cuántas veces me ha devorado la ciudad? / con tanta noche dentro soy presa fácil, / la luz neón no deja escapatoria, / los sentidos nublados son atraídos […]. escribir para intentar escapar del depredador eros y su mimetismo es clave para entender la emoción descrita en los poemas de Durán.
El aire cada día más contaminado
con óxidos de azufre y tu recuerdo
acidula las lluvias
contamina los ríos.
[…] Muchos de mis pensamientos se arrastraron hacia allá
algunos debieron formar capullos
y en su mutación de futuro
no encontraron salida sin ti.
Para finalizar, una última mirada al cielo, donde agradecer entre incertezas, belleza y preguntas, la persistencia del escritor mejicano en ayudarnos a redefinir el mundo que nos rodea y continuar reflexionando sobre nuestra realidad en el viaje más importante: la vida.
Crestas y valles
Era un viaje comprometido
entre las crestas y valles
que, cambiantes con el viento,
describían las perspectivas asequibles
de tu mirada de reojo
y mis grandes expectativas
donde tú pelo recordaba
el labrado en los cascos de los caracoles
en su trama de sol a sol.
No menos vastos
que los inagotables rumbos
de la playa de tu infancia,
que dieron sustento a marinos
y a un pueblo en general,
para llenarlos de vida
como el día de febrero,
que tú me diste a mí.
Desdichados también los astros
Desdichado el astro
que arrastra la condena de estar solo,
injuriado por la luna
donde en órbita con rabia espera,
a otra explosión que la libere.
Desdichada la estrella
de fusión finita
que cede su energía,
sentenciándose a vagar
como helio en el frio del universo.
Desdichado el hombre
con su breve masa,
que sin energía inherente
funde los sueños
mientras vive
la improbable
e inexplicable vida.
Llamadas al vacío
Nunca he entendido el miedo a las alturas,
yo le temo al llamado del vacío,
no se entienda que busco la muerte,
solo mi pecho es menos denso que el aire.
Nunca he entendido los seguros,
mi razón se niega a calcular el riesgo,
no lo calculé ese viernes
al cruzar nuestras miradas.
No entiendo a los moderados
privándose los sueños
que se encuentran
en un país extraño.
Entiendo el lenguaje de las cicatrices,
al desgaste de rodillas por no llenarse de caminos,
al daemon que me dice qué escribir,
entendimientos poco prácticos,
al momento de ser feliz.
Nahual
Mi lado estético debería decirte «ya lo eres»,
te transformas en poesía,
en tus cuervos
y tus aves.
Mi lado humano debería decirte que lo eras,
cuando te rebelaste valiente contra el viento.
Mis ancestros me lo gritan en la sangre,
has sido dadora y sabia,
que has desdoblado la realidad
entre el reino de tu animal salvaje,
y el de la lucidez para vencer
el éxtasis de la iluminación.
La conciencia me enseña tu metamorfosis,
en la unidad creadora
mostrada solo
cuando se da la vida.
Pensamiento intrusivo
Acerqué el encendedor con flama a la pistola dispensadora.
¿Qué esperaba?
La llama surgió de inmediato,
primero sobre la manguera metálica expuesta
sobre la rosca de la tapa de gasolina,
sin pensar, retiré la pistola del auto
que aun seguía despachando combustible,
el chorro de gasolina se prendió,
con la velocidad del depredador decidido
que, según las especificaciones,
es de casi dos atmósferas de presión a la salida.
El caudal de combustible ardiendo
fue a dar al suelo manchado
de aquella descuidada gasolinera.
Yo, como presa, cuando intenté huir
ya estaba rodeado y tenía sobre mis pies
la mandíbula comburente que me engullía
quemando la tela sintética de mis pantalones
que ardía a la par de mi epidermis, grasa y carne.
Sin sentido intenté correr,
solo para encontrarme con la flama
de la explosión del tanque de almacenamiento.
Fue un pensamiento intrusivo no reprimido,
declararon los noticieros en las redes,
pero todos saben que en un momento decisivo
es más fácil cargar gasolina
que conseguir una pistola.
Tu mirada sobre las hormigas
Te imagino como me lo contaste esa noche,
con tu mirada sobre las hormigas
que formaban una línea mal dibujada sobre la pared,
mientras tu pensabas en su devenir natural
para extrapolarlo al tuyo.
Ellas están condenadas en seguirse
por la ruta marcada del instinto, me decías,
¿me verán?
Otra noche,
vi tu mirada sobre el golfo de Nicoya,
absorta,
distante,
¿será que pensabas en la inescapable ruta
a la cual estaba confinado nuestro ferry?
¿Recuerdas el ruidero de las aves
moviéndose sobre todo ese verde
que intuimos como distinto?
¿Recuerdas que, por instantes,
fue como el camino de tus abuelos?
Te vi sonreír entre las olas del mar de bahía ballena,
mientras me contabas de tus próximos viajes,
donde encontrarías los mapas para armar
el rompecabezas de tú vida.
Con tanta noche dentro soy presa fácil
El aire cada día más contaminado
con óxidos de azufre y tu recuerdo
acidula las lluvias,
contamina los ríos ,
hidrata las células de los que beben
también con ausencia.
No me sorprenden las dos abejas
que llegaron a morir a mi patio,
tampoco deberían de sorprenderte
las mariposas muertas en tu vieja casa,
muchos de mis pensamientos se arrastraron hacia allá,
algunos debieron formar capullos
y en su mutación de futuro
no encontraron salida sin ti.
¿Cuántas veces me ha devorado la ciudad?
Con tanta noche dentro soy presa fácil,
la luz neón no deja escapatoria,
los sentidos nublados son atraídos
por la mentira de adormilar
el remanente de tu presencia.
Carlos Durán

BIOGRAFÍA
Carlos Durán. De nacimiento y vida en las calles del monstruo urbano de la CDMX, devorador de libros, amante de la música y conocedor de la ciencia, en sentido literal y figurado. Comienza sus primeros escritos en la escuela secundaria guiado por el poeta mexicano Daniel Téllez. En la búsqueda de música y letras, el devenir lo lleva a cursar sus estudios de bachillerato en el Colegio de Ciencias y Humanidades en el lado sur de la ciudad, donde la filosofía aparece en el camino como un páramo abyecto, misterioso y libre. El brío de su juventud lo llevó al camino de la téchne, cursando la licenciatura de Ingeniería Química en la UNAM y una maestría en Catálisis en colaboración con la Universidad de Málaga. Partícipe activo de foros literarios, talleres de filosofía y poesía.
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