Llegó, no hizo ruido, colocó besos en mi sed, calma entre mis tormentas y luces en mi oscuro vacío. Yo solo miré sus ojos de explosiva supernova, tomé de sus manos un cielo, me convertí en nube, lloví... Amó mi lluvia, me devolvió mis colores, sembramos Patria en el último minuto de un crepúsculo de miel; embriagados de una paz que acariciaba el presente, que ya sonreía a la par de nuestras miradas inmóviles... Entonces una libélula se posó en su rostro y leí la palabra escondida, perfecta, bendita. Abrió sus alas, la muy luminiscente y encontré la clave que tanto había buscado. "Siempre supe que éramos" decía. Y esa frase la incluí en mi meditación diaria. "Siempre supe que éramos" y cuál enigmática atracción, sus pupilas se movieron, aleteando sobre mi alma y devolviéndome la vida. Vida.
Escritores: Mr. Yovo & Sheli Gutoliv
Arte ilustrado: Diana Nieto

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