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«Sobre la poesía» y «Autoretrato de mi condena» de Carlos Durán

Actualizado: 29 sept 2024


Sobre la poesía


 *

Antes que el símbolo te plasmara en versos,

cuando ya buscabas la unidad en tu trasmundo,

buscando aprehender lo más tenue, 

                                               lo más alado, 

                                                           lo más profundo,

buscando lo que es en lo tangible,

y en la posibilidad, lo que no es, 

que a todo sin miedo da derecho,

hasta lo que nunca podría ser.

 

**

Dispuesta para todos,

desciendes a la vida

para ser devorada como

lo más cercano a una utopía,

vasta como el mar y el pensamiento

que no busca la razón 

ni alberga la mentira.

 

***

La razón, que no es sino renuncia

o impotencia de la suerte,

desdeña la apariencia del instante

al saber que no es intransigente.

Al no entender de lo divino, 

condena a las musas,

a los delirios

y a su suerte.

 

****

Con el pecado hecho palabra 

y la palabra por sirviente,

de un amor desesperado

que cabalga

también

hacia la muerte.

 

*****

La belleza que late en lo sensible

y que no logra capturar el poeta,

que saca la virtud de la flaqueza

de la contradicción de su pecado

como ángel inmovilizado

con sus alas y pureza.



Autorretrato de mi condena


«... un autorretrato en malos versos,

 triste y receloso como mi propia persona... »


Hermann Hesse

*

Yo soy de esperar más con ansiedad que con paciencia,

tengo los labios lastimados,

tengo orejas chicas

incapaces de distinguir una nota de un lamento,

tengo la cara ovalada,

solo simétrica cuando sonrío 

gesticulante, incapaz de blofear,

de nariz ancha, que responde a la ira 

como queriendo acaparar más oxígeno,

el soporte para los lentes carceleros 

de mis ojos miopes,

que cada vez pasan más tiempo con la mirada absorta;  

al final, el futuro solo mira hacia la muerte.

 

**

Él, con cada despertar, regresa

a la condena de estar siempre atento

para mostrar la máscara adecuada,

no se le vaya a ocurrir ser él mismo ya en el escenario

y que Instagram en pijama lo sorprenda,

o, frente a LinkedIn, olvide el libreto de sus habilidades gerenciales.

Ahora que con cada despertar el cansancio le viene más que la paciencia,

ahora que el boleto de tren a Viena 

y el ticket de acceso a un monasterio en Meteora

se le mezclan en la cartera con los recibos de café del Oxxo,

ya sea por la desidia de separar los recuerdos 

                                                             de las cuentas,

ya sea por precaución

                                        de andar sin amuletos.

 

***

Soy inteligente en lo seglar por común acuerdo

pero un idiota para las síncopas y contratiempos;

con los mismos dos o tres acordes, mi rutina 

con los mismos dos o tres lunares en mi cara.

Casi siempre caigo rendido

y tengo un sueño recurrente, 

donde el suelo no me abraza cada paso,

donde la gravedad no me encorva la columna  

siendo el presagio de mi porvenir hacia las entrañas de la tierra.

 

****

Tú fuiste labrado sin destinos ni deidades,

en casa grande en barrio pobre,

entre patios de escuela cenizos

como la piel y futuro de tu generación.

Entendiste que ni a Dios ni a los mendigos les importa

si les negaste la moneda por helado o prostitutas,

igualmente te condenan sin la vida eterna

porque no importan los motivos, 

lo importante es

si se peleó en la guerra.


Carlos Durán



Carlos Durán. De nacimiento y vida en las calles del monstruo urbano de la CDMX, que por tecnicismos (o practicidades), sus padres le cargaron al registro civil de un pequeño pueblo de la sierra poblana, estado hoy que carga con orgullo en el pasaporte y en la charla (¿de qué parte de México eres?). Con un interés bravío por los libros, la música y la ciencia (así se dice cuando no se tienen muchos juguetes), comienza sus primeros escritos en la escuela secundaria guiado por el poeta mexicano Daniel Téllez. En la búsqueda de música y letras, el devenir lo lleva a cursar sus estudios de bachillerato en el Colegio de Ciencias y Humanidades en el lado sur de la ciudad, donde la filosofía aparece en el camino como un páramo abyecto, misterioso y libre. El brío de su juventud lo llevó al camino de la téchne, cursando la licenciatura de Ingeniería Química en la UNAM y una maestría en Catálisis en colaboración con la Universidad de Málaga. Partícipe activo de foros literarios, talleres de filosofía y poesía.


 

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