Por LAURA MENA PENEDO
Escritora y correctora de Palabra que dormía
Ana Sofía, con tal solo 19 años de edad, demuestra que la poesía es una herramienta y una aliada poderosa para conectar con nosotros mismos, con nuestra esencia, con el significado de la vida, e incluso de la muerte. En los poemas que hoy podemos leer, esta joven escritora nos acerca a la vulnerabilidad del sentimiento fundamental: el amor. Hoy nos cuenta cómo surgió en ella esta inquietud por la poesía.
Siempre me ha fascinado la escritura, pero no fue hasta hace tres años que comencé a escribir poesía. En mi clase de literatura, nos asignaron un proyecto de escribir un poema, lo que resultó ser una experiencia transformadora. Había perdido recientemente a alguien muy querido y escribir ese poema me permitió procesar mis emociones reprimidas, encontrar consuelo y poder decirle adiós a esa persona. Desde entonces, la poesía me acompaña siempre.
Hay clases de literatura y profesores que pueden inspirarnos y cambiar nuestra forma de observar el mundo. Decía Borges: «La literatura no es otra cosa que un sueño dirigido». En estos tres años, ¿qué autores han dirigido tu sueño de la escritura?
Hay tres autores que siempre, siempre tengo presentes: Camila Esguerra, Alejandra Pizarnik y Jaime Sabines. Juntos, representan una fusión perfecta de intimidad, profundidad y autenticidad que busco en mi escritura. Sus obras me han enseñado a valorar la sinceridad y la vulnerabilidad, a explorar los límites del lenguaje y la emoción, y a encontrar la belleza en la simplicidad.
Desde luego, son autores que no dejan indiferente a sus lectores por su fuerza, su esencia y el universo propio que reflejan así como su crudeza. En lo que respecta a la escritura de Ana Sofía, tenemos curiosidad por conocer la forma en que ella desarrolla su escritura y de dónde surgen sus poemas.
Mi proceso creativo para escribir poemas es muy orgánico. A menudo comienza con una emoción o experiencia personal que quiero procesar y expresar. Me siento a escribir sin un plan claro, dejando que las palabras fluyan libremente. A veces, un verso o imagen o una frase se me ocurre durante el día y lo anoto en mis notas. Luego, cuando tengo tiempo, desarrollo la idea. No tengo un ritmo o estructura fija, pero me gusta jugar con la rima y las metáforas para crear un ambiente y poder plasmar la emoción. Es un proceso terapéutico que me ayuda a entenderme mejor y a encontrar significado en mi vida.
Trascendencia
Decir «te amo» se siente tan bien,
como si esas palabras encajaran perfectamente con tu existencia.
Fluye con cada respiro que tomo,
como si estuviera destinado a ti, a ser tuyo,
creado por el universo solo para ti.
Cada sílaba lleva el calor de tu sonrisa,
la comodidad de tu voz,
y la paz que traes a mi mundo.
Incluso con kilómetros entre nosotros,
siento tu amor en cada momento de silencio,
como un ritmo constante, firme y seguro,
recordándome que la distancia es solo una prueba,
y lo que tenemos es real, duradero,
más fuerte que el tiempo, el espacio o la incertidumbre.
Agosto
Agosto me trajo una nueva comprensión de la vida y el amor,
un amor que me alcanza, sin importar cuán lejos estemos.
Aunque los kilómetros nos separen, tú haces que la vida sea completa.
Mi mamá siempre decía que debía ser paciente y esperar,
que el adecuado llegaría, y sería el destino.
Tenía razón, como suele hacerlo.
A medida que el verano se desvanece, me aferro
a la alegría que traes, a esta hermosa luz.
Porque en ti he encontrado no solo amor, sino una razón
para crecer, para soñar, en cada estación.
Ana Sofía Santos Ramírez

Ana Sofía Santos Ramírez, de 19 años, es una escritora mexicana y estudiante de Comercio Internacional. Escribe poesía desde los 13 años, explorando temas de identidad y amor. Combina su pasión por la literatura con sus estudios, buscando siempre nuevas formas de expresión creativa.
Obtén la revista del mes de noviembre en el siguiente enlace.
Gracias a tu contribución podemos seguir apoyando a más escritores.
50 NOK aproximadamente 5 Euros
Comments